viernes, 28 de octubre de 2016

El Buri Camba

Esta es  la verdadera y más conocida fiesta camba. Tenía lugar para celebrar un cumpleaños, un aniversario de bodas o un simplemente alegrar el  fin de semana o cuando a alguien se le antojaba divertirse con amigos cualquier noche de luna.
Se juntaban parejas para el baile cogidos de la mano. Rara vez desprendidos o en círculo. La música era siempre un taquirari, una chobena o un carnavalito. Y era con la banda compuesta por varios músicos.
Más antes y mejor era con la tamborita integrada por un bombo, una caja con sus palitos y dos flautas. Algunas ocasiones tenía caracachá, platillo y guitarra o violín. No faltaba alguien con su hoja de naranjo que le daba ritmo agudo especial.
  Corrían tragos como guariflé, culipi, leche de tigre, cóctel de cualquier fruta o sucumbé cuando hacia frio. Chicha cruceña para algunas damas, porque las mayores le echaban al trago pitando su charuto.
El baile se hacía bajo techo en galpones cuando llovía, pero la mayor parte era en los patios al aire libre. Sobre suelo enladrillado cuando era en casa de los patrones, pero en viviendas de los peones era sobre la pura tierra dura, pero bien basureada con escoba de totai, luz salía de las llamas o mechas de kerosene o petróleo, o la luna.
Las “peladas” o “chotas” vestían de tipoi de varios colores, sandalias, cabellos con moños o trenzado, algunas con cabelleras largas que le caían hasta las nalgas. Los “puguillas” con camisa blanca, pantalón blanco, remendados casi siempre, con telas que servían de machones con varios colores, pero limpitos. Abarca de cueros y plantillas de goma gruesa. Algunos con alpargatas. Raros tenían zapatos, porque eran caros y le sacaban ampollas.

Las abuelas, madres o tías que acompañaban a las muchachas iban de mantón las más viejitas, pero las menos, también le echaban al baile dando ejemplo con sus caderas movedizas y como subiendo gradas “pa mí; pa´voj” Otras las controlaban desde fuera de las tranqueras o el cerco de cuguchi.
Algunos que no eran invitados, jóvenes aguilillos, votaban sus “cachuchas” a medio patio, para ingresar a recogerlas y … se quedaban.
No se cobraba cuotas, todos aportaban. Cuando el patrón pagaba era con todo. Y cuando eran los peones ponían carne, alcohol o música, pero de todos modos se hacía, hasta que las “velas no ardan”.
Mientras se bailaba, otros contaban chistes y cuentos y se escuchaban las risotadas como si tuvieran los bolsillos llenos de plata y al fondo del patio ardían las brasas para largar el churrasco con tripas, carne gorda, chuchulises, riñones y corazón. Las yucas y los plátanos maduros eran asados en el rescoldo con cascaras. Y cuando se sancochaba, la mandioca salía blanca y brillante como para comerla por los ojos.
Cuando era completo el Burí, más allá estaba el Horno de barro y paja, con dos guatias adentro y su balde con agua; calafateao para que el vapor le sirva en la cocción que duraba 8 a 10 horas. O bien estaba hirviendo la “patasca” de maíz, cabeza, carne de pecho, ojos y lengua. Ambas eran para el día siguiente después de la ambrosia.
En horas de la madrugada, se escuchaba a veces un gran ruido por el correr de los caballos que despertaba a las ancianas cuidantes y era un mozuelo que se “robaba” una pelada de 14 años, en las ancas de un alazán brioso que corría “pal monte”. Era cuando los futuros suegros no aceptaban la unión de los muchachos, que llegaban hasta el matrimonio cuando aparecía el cura.
Al día siguiente, los más sedientos o tomadores, amanecían tirados sobre los bancos de madera, troncos o tocos que servían de asientos y de cama. A duras penas se acercaban para ir al potrero cercano y echarle a la ambrosia, que era leche directa de la vaca con alcohol, azúcar “baya” y canela.
Cuando no había patasca o guatia, se comía un locro carretero, blanco de charque del monte con yuca entremedio. O bien “pacumutos” de urina, jochi pintao, ardillas y hasta víboras.
“Panza llena, corazón contento”, luego venia el sueño largo y pesao, para recuperar fuerzas que se necesitan para las labores normales del siguiente día.
Ese era el auténtico burí camba.  En las provincias todavía se lo hace como era antes…

Extractado del libro “ Leyendas y Tradiciones cruceñas” del Dr. Aure Terán Bazán

                             

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