Esta es una de las
tradiciones más populares de la Santa Cruz de antaño. Consistían en improvisados
grupos de músicos quienes encabezados por un joven pretendiente se presentaban a la media noche cantando “romanticas” canciones a una hermosa dama, al pie de su balcón o simplemente frente
a su casa. La música estaba por lo general ejecutada por guitarras aunque
no era raro escuchar violines y hasta bandoneones.
El enamorado
recompensaba a los cantores antes y durante la serenata con botellas de trago. Las
piezas musicales eran escogidas cuidadosamente, pero ¡ay! De
aquel que no supiera interpretarlas, ya
que si las interpretaciones no eran del agrado sobre todo de la madre da la
pretendida, tanto cantores, músicos y novios se arriesgaban a ser mojados por baldazos de agua. Sin embargo cuando a la futura suegra le
interesaba el “pretendiente” y aunque las
músicas no hayan sido de su agrado, le abría las puertas de su casa de par en
par y hacia entrar a todos para invitarles algún picadito de carne.
Con el correr de
los años la serenata también se la practicó para el día de la Madre, el día de la purísima Concepción y por aniversarios o cumpleaños. En muchas
ocasiones se la hacía con bandas completas, orquestas y mariachis. Por lo
general se interpretaban siete canciones, pero a veces había alguna “yapa”.
En la actualidad
las Serenatas han desaparecido de la ciudad, sin embargo en los pueblos aun es posible
escuchar las canciones bien o mal interpretadas por los enamoradizos jóvenes pretendientes.
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